«L’elegància de l’eriçó» de Muriel Barbery

Después de ponerme en contacto, vía mail, con una persona de la que hacía tiempo que no sabía nada de él, me envió otro en el que, entre otras cosas que no vienen a colación, me recomendaba una película (tampoco viene a colación los motivos por los cuales me la recomendaba): El Erizo y, seguidamente, me decía: però segur que ja has llegit el llibre en que està basat.Pues no. En aquel momento aún no lo había leído (de momento aún no he visto la película, pero todo se andará). Así que me compré la novela L’elegància de l’eriçó de Muriel Barbery, y aunque no me la leí en el acto (quien más quien menos tiene algunos libros pendientes y se forma un orden mental de lectura), he de decir que no me ha defraudado.

El eterno problema de los best-sellers es que nunca sabes si las masas son idiotas o, si por esta vez, han acertado. El conde de Montecristo fue un best-seller en su día, y ahí las masas acertaron. El padrino, en términos cinematográficos, es otro best-seller, y ahí las masas creo que también acertaron. Vida y destino de Grossman estuvo durante varias semanas en los primeros puestos de ventas y es casi imposible de no calificarla, como mínimo, de buenísima novela. Es cierto, sí: a veces las masas se equivocan, a mi entender, muchísimo: no me gustó El código Da Vinci por la misma razón que no me gustan las películas de Michael Bay: donde parece que hay un gran razonamiento en realidad hay topicazo tras topicazo. Si quieres ser irreverente léete a Saramago o Norman Mailer. Que sí, que en La última cena se ve lo que dice Brown, pero no me demuestra que lo que se ve no sea únicamente una broma que hizo Da Vinci para que nos devanáramos los sesos tontamente, mientras Leonardo se está riendo desde su tumba por ver lo ingenuos que somos.

Ahora sí, paso a hablar de la novela de Barbery. Es normal que haya tenido el éxito que ha tenido. Primero la autora: me dedicó la novela en Sant Jordi y, sí, es puro trámite y de mi ya no se acuerda, pero se nota cuando alguien es optimista de alguien que no lo es. Todos conocemos a alguien que con tan solo verlo por un momento intuimos cómo es su personalidad. Esto me pasó con la autora, y aún no había leído la novela.

El primer capítulo, de tres páginas, es una puesta de escena directa, sin recovecos inútiles y que te sitúa inmediatamente en el tipo de novela que acabas de empezar. Portera, finca de gente de nivel ecónomico alto, hijos universitarios de estos vecinos del mismo nivel económico, que no necesariamente del mismo nivel intelectual (o quizás sí, porque hay cada padre…), portera autodidacta, subestimación a las clases sociales inferiores, ironía y sarcasmo a raudales, filosofía.

“Filosofía”, sí, porque se nota que Barbery es profesora de filosofía, y no es de extrañar que la primera parte de la novela se titule “Marx” (de Karl). Otro personaje importante es una de las hijas de unos vecinos de la misma finca que, ella sí, usando los medios intelectuales de los que dispone, y viendo que la vida no le depara grandes sorpresas, ha decidido hacer algo que no desvelaré, pero que le hará fijarse en las cosas pequeñas e importantes de la existencia.

Original, original, no lo es mucho, la verdad. Me ha recordado al capítulo más crítico de Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé (de obligada lectura y relectura la novela entera), y a alguna novela francesa de los últimos tiempos, como Juntos, nada más, de Anna Gavalda (la leí gracias a la misma persona del mail) o películas como Vías cruzadas, pero la recomiendo por el final: es abrupto, muy abrupto, y es eso precisamente lo que me gusta: podría haber acabado de muchas formas, pero este final, que en un principio te deja en mal estado, está descrito magistralmente y es muy real, más que el resto de la novela y eso hace que finalmente tenga, por mi parte, un aprobado.

 

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2 respuestas a «L’elegància de l’eriçó» de Muriel Barbery

  1. Antoni dijo:

    Justament aquest li vaig comprar a la meva noia…. el voli de feia temps.

    Salut!

  2. diegorll dijo:

    I després del meu intent de crítica, t’entren ganes de llegir-te’l o no?

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